martes, 9 de junio de 2009

El Color de la Miel







El COLOR DE la MIEL


Por Elio Pavel TRIGOS JAYO.
pavkaus@hotmail.com


En esta verán dos historias diferentes pero que se irán entrelazando hasta llegar a desarrollar su incógnita y hacerse una sola, estos son jacinto y florita que son tan diferentes y por otra la de Esteban y Fabiana que son tan iguales.



Una niña Notable


Las calles están lodosas, la lluvia aun sigue cayendo en aquel pueblito, de los techos de las casas chorrean agua en cantidad y por las callecitas angostas corre un río que recién se acaba de formar. Las señoras vendedoras de la plaza empiezan a correr hacia los portales, otras permanecen allí cubriéndose con las tolderas ya desteñidas y remendadas, tratan de proteger sus escasos productos del cual viven al venderlos, pero normalmente son intercambiado con otros. Algunos burros de carga están a la intemperie mojándose en aquella lluvia torrencial, se ve al agua impactar con fuerza en el suelo y da unos salpicones que llegan a mojar la parte cubierta por los portales de aquella plaza.

Jacinto llega a protegerse en los portales, sus pies descalzos sienten la sequedad de aquellas piedras que están muy bien enmarcadas en el piso. A su lado observa a las diversas señoras humildes con sus vestidos andrajosos por el lodazal y con unos sombreros que les ayudaba a protegerse en momentos de sol, y los ojos del pequeño jacinto observan a un lado de las esquinas, en la pulpería (que en ese tiempo se caracterizaban por la venta de diversos productos traídos de Lima, lo que ahora conoceríamos como tiendas) de uno de los portales, en la puerta logra distinguir ¡es ella!, Tan diferente de sí, pero tan linda como los Ángeles.

Sí, es ella. La niña florita que siempre anda vestida como una muñequita, con unos vestidos blancos y bordes rosados, con el cabello bien recogido y su rostro tan claro, que jacinto siente que irradia a su alrededor. De un momento a otro escucha a la madre de la señorita florcita que la llama, ¡Florita, Florita…!, se acerca y la toma de la mano diciéndole que se aleje de esos indios, así se le escucha a la mamá con indignación en su rostro por aquella gente, mientras Jacinto observa y recuerda lo de hace algunos días, lo que pasó a la niña que sirve en la casa de aquellos señores. Que la castigaban mucho, en especial aquella señora, tan mala en su ser, que con unas cuerdas le tiraban cuando no hacían bien las cosas, así eran aquellas, por eso Mamacha Juana los odiaba, “por que ellos aprovechan abusan…abusan” así decía.

Mamacha Juana una vez estuvo así, eso contaba. Que a ella también le pegaban, “así era mí patrona”, decían que tenían derecho porque le cuidaban, la protegían, porque ella era su india. Pero no aguanto y escapó. Le fue muy duro vivir sola, por eso aprendió de aquellas señoras que estaban en la plaza, a quienes ellos “los señores notables” les llamaban vivanderas. Siempre las insultaban, las ofendían aquellos señores y ellas no eran de callarse, sólo hasta que eran agredidas allí se armaban “los indios”, como los llamaban ellos. Así vivió sola Mamacha Juana, quien cuidaba de Jacinto

La lluvia sigue cayendo y la niña Flor ha vuelto a salir y se queda observando a aquellas señoras con sus vestidos de centro, que están hechas de varias faldas que llegan hasta por debajo de la rodilla. La niña se acerca para ver, a algunos indios que están recostados contra la pared, algunos ebrios por el alcohol y con ropas desgastadas y corroídas. Jacinto viéndola, sabe que su mama odia a aquella gente, y él de tanto que le hablaron así “de aquella gente”, también empieza a odiar… pero de ella, por ella siente algo diferente. La lluvia cae con mayor fuerza, los relámpagos son mas constantes y estruendosos como si estos previesen, un augurio extraño, pero la gente ya esta acostumbrada a aquella situación, y Jacinto observando a aquella niñita decente y algo dentro de sí empieza a tener mas fuerza.

Así la conoció y se enamoró de ella, serian varias las veces por las cuales Jacinto se acercará de manera discreta, para verla de mas cerca, aunque los padres siempre tengan aquel odio a gente tan diferente. Aún más crecerá la ilusión cuando una mañana la viera en la pileta de la Magdalena, fue muy extraño encontrarla a ella, pues nunca era de aparecer en esos lugares, en que normalmente no se acercaban aquellos mistis o hijos de ellos, pero allí estaba ella, enfrente. Aquel día Florcita (o florita como le decían) estaba al lado de una niña un poco mayor, aquella vez la niña notable se acercó a Jacinto, que estaba tan exaltado, sorprendido por la presencia inesperada, pensando que era mas linda de lo que se veía a la distancia.

Así se sucedieron los días, la mayor parte de las veces viéndola en la plaza, en que ya había desaparecido el mercado, contaba mamacha Juana que hacía unos años atrás el parque hacía de mercado principal de la ciudad, que todas las transacciones mercantiles se desarrollaban allí, y que se daban hasta las diversiones como las corridas de toros, en que se mezclaba la gente “decente” y la demás población.



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El espacioso parque, que en tiempos de la colonia era el único sitio de recreo para la nobleza huamanguina, fue trasladada el año de 1887 por el prefecto Don Pedro Portillo hacia la plazoleta de Santa Clara. Hubo conflictos por aquella situación porque las vivanderas no querían trasladarse e insistieron en mantenerse en el centro de la plaza principal, que era el lugar cotidiano de transacciones de víveres y productos de diversos tipos, el sitio indicado como lo decían ellas. Entonces será en 1906 cuando se construyó el mercado de abastos, en que prácticamente se trasladarán completamente a estas mujeres de la plaza, estas mujeres serán quienes se encarguen de la venta de productos que sacaban del campo o de sus pequeñas chacritas, y las daban para venta.

El problema eran los Señores notabilísimos de las casas -o más bien casonas- por ejemplo en los Señores Manuel Montes o Demetrio García que eran reconocidos en el vecindario de aquella Ayacucho Señorial, dueños de haciendas y de colonos respectivamente. Estos señores se establecían en el centro de la ciudad. Aquellos señores veían la “indignidad” de aquellos míseros que se establecían a alrededores de la plaza, en los portales y en el mismo campo terrenal de la plaza, con sus indumentarias y con toda la desfachatez que caracterizaban, a aquellas mujeres, con sus gritos, atrevimientos y confrontaciones escandalosas contra las autoridades del Municipio y la Prefectura.

Fabiana caminaba por los portales de aquella Huamanga y miraba en dirección a la plaza vigilada por algunos gendarmes, aquella medida era para impedir que sea invadida por gente menesterosa. Era extraño porque ella se sentía alegre cuando los miraba y se mezclaba, cuando era niña con aquellos chiquillos, escapando de la vigilancia se iba al mercado, y se aunaba con aquellos niños, allí se percataba que estos hablaban de manera diferente, se enteró por sus padres que eso era el quechua, que era malo, pero ella trataba de entenderlos. Al lado su padre en quien se nota una satisfacción en su mirada, su padre un caballero decente, reconocido en aquella sociedad de señores notables, con el sombrero y el bastón en la mano, su padre un hombre acompasado y satisfecho en su forma de ser. Por fin murmura para sí mismo.

-¡Eso ha sido lo mejor que se ha podido hacer ¡

Un momento se detiene frente a una de las tiendas comerciales de aquellos migrantes extranjeros que establecen sus negocios con sucursales en Lima e Ica. Por fin entran y en ella los recibe el mismo dueño que aún mantiene su acento italiano, así parlan su padre y aquel señor. Ella se detiene a observar en los diversos aparadores y poco a poco se acerca a la puerta por el cual ingreso a la tienda, y observa la plaza. Mientras a su espalda se escuchan los comentarios de aquel extranjero

“claro, así se esta llegando a civilizar la ciudad. Era una vergüenza que esas escandalosas se vieran en la plaza todos los días”

y su padre interviniendo
“Sí, esos indios hacen no progresar a nuestro pueblo, son una traba. Es más vos que ya has de conocéis el progreso de vuestra tierra, esta entendido que la de la nuestra se logrará cuando lleguen gente de fuera extranjeros de raza superior, de raza europea”

Fabiana mirando la plaza que no es la misma, pues ahora está tratando de dársele un aspecto de parque señorial, ya no es igual a la de antes, y eso sucede en ella también, ahora es una señorita, una notable Huamanguina. Que sus hermanos ahora están estudiando en la universidad, uno en Lima y otro en el Cuzco, porque la Universidad fue cerrada durante la guerra con Chile (y solamente será reaperturada en 1959. Entonces ahora es ella la que ensalza y ennoblece a la familia.


Esteban el señorito.-


Las discusiones sobre la inauguración del parque se habían propuesto para el 4 de abril de 1915. Mientras caminaba Esteban, releía las noticias del periódico “El debate”, sobre el vecindario Ayacuchano en ella se puso a leer la siguiente:


INAUGURACION DEL PARQUE
La Honorable junta departamental de acuerdo con la prefectura el 4 del mes proximo –dia solemne de la fiesta religiosa que se celebra a esa fecha para la inauguración del parque que se ha hecho formar en nuestra plaza de armas. La ceremonia de inauguración del bello parque jardín será imponente, hara de padrino Su Excelencia , el presidente de la república. Excelentisimomo General Oscar R Benavides, representado por el señor prefecto, coronel: Negrete a cuya constante labor debe ayacucho tener el más hermoso ornato con que hoy se honra la ciudad.
La bendición solemne del jardín lo hará el Ilustrisimo, i Reverendo obispo Monseñor Olivas Escudero, con la ceremonia propias de acto tan trascendental.
El programa de las fiestas que se celebraron el dia de la inauguración del parque, sabemos que es altamente interesante y que dejara recuerdos imborrables en todas las personas que concurran.
Todo Ayacucho esta invitado a presenciar la grandiosa ceremonia de la bendición del jardín i a tomar parte en las fiestas de alegría y entusiasmo que se celebran con tanto fausto acontecimiento en los alrededores de la plaza.
Desde ese día tendremos todos los habitantes de Ayacucho i los que vengan a la ciudad, un lindo paseo de solaz y distracción , donde podamos disfrutar de las ilusiones i esperanzas alegres de nuestro espíritu o bien donde encontremos consuelo a las tristezas de la vida , ora contemplando el cielo, ora admirando nuestra elevadas
Ya sabeís: a la plaza todos el gran el gran día de la inauguración del parque de Ayacucho.



Esteban se queda a reflexionar, después de leído aquel artículo, pues esta seguro que será un evento en que todos los vecinos notables estarán, así que lo mínimo es que la encuentre aquel día a Fabiana, su preciada Fabiana, se detiene y toma asiento, mira a su alrededor, contemplando aquel paseo de la alameda que esta hecha una maravilla debido a las refacciones y remodelación de hace poco, y al frente ubicado en los mejores lugares públicos, la casona casa de la familia de ella, de su adorada Fabiana.



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Fue todo un hecho celebrado con bombos y platillos, aquel día se inauguraba el parque de la plaza de armas, completamente adornado y también se dio mayores aires de belleza a aquella monumentalidad de la pileta del pascualito ubicada en el medio de la plaza. El hecho trascendental de aquel día, fue por la luz eléctrica, fue un día inolvidable aquel 4 de abril de 1915. La ciudad de huamanga tenía por primera vez la luz eléctrica, que lo llevaba a ser entendida como otras ciudades importantes como Lima que tenía desde fines del siglo XIX. Aquel día en que todos los señoritos y señoritas salieron a pasear por el parque, encontrándose unos y otros caballeros, así se encontraron Esteban y Fabiana. Ella se veía una señorita tan provocativa y hermosa y Esteban temblaba al verla, como si ella estuviera prohibida.

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Aquel día se le acercó aquel señorito, muy extraño pero al mismo tiempo muy lindo para ella, se acercó venciendo su timidez y se presentó ante ella. Esteban se quitó el sombrero e hizo una señal, que decía lo encantado que se sentía en conocerla, ella sonrió y así empezó una charla en que uno y el otro se empezaban a conocer.

- No os he visto por acá, de donde sois
Preguntó ella

- Yo no estoy constantemente en esta ciudad, vengo de Lima.

Y él admiraba su cabello que caía como una cascada sobre su rostro, que a sus ojos la hacía más hermosa. Sentía su fragancia, anhelaba, soñaba en sí, pues aquella tez blanca y delicada hacia de su rostro tan único, aun más sus labios que tenían ese rasgo de inocencia, la sensualidad en sus ojos cafes tan intensos, que cuando ella lo observaba directo a los ojos, aquel desviaba su mirada, era como si no le fuese permitido adorarla, sentir. El vestido de ella, eran de esas que traían de Europa, largos apegados a la cintura y clásico en ella, por costumbre llevaba un abanico.


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Caminando los dos, alejados de aquel grupo de estudiantes, señoritos que iban a cortejar señoritas jovencitas, pero ella escapando de la vista de la superiora, de las monjas que se encargaban de vigilarlas hasta que lleguen a sus casas en una ciudad tan pequeña en que todos se conocen, a los ojos era imposible despistar. Esteban la encontraba y la llevaba, ella se enamoraba de sus modales, un señorito, tan educado. Extendía la mano inclinando el cuerpo un poco y la llevaba de una manera única, caminando por aquellos lugares tan cuidados como lo era el paseo de la Alameda Bolognesi, así estaban los dos. Su piel es un poco más oscura, pero ella se sentía atraída, una manera en que uno y otro empiezan a comprenderse, un trato muy encantador.


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En el periódico “El debate, del órgano del centro de la republica” del 1ero de enero de 1916, en la primera plana hacía referencia de las señoras vivanderas del mercado de abastos y sobre las alzas en los productos de 1era necesidad. En aquel diario Ayacuchano se increpaba al municipio regular los precios, Esteban al leer se encuentra tenso, sabe que esto seria como una traición para consigo, y la nostalgia sobre si, lo llena haciendo sentirse muy mal.

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Mama Juana esta con sus amigas, los escándalos y peleas son permanentes contra los cobradores de arbitrios municipales, a una esquina dentro del mercado una señora con sus productos de siembra empieza a gritar al supervisor en quechua, y todo el grupo de mujeres se aglomera alrededor de aquella trifulca y empieza a hacerse mas fuerte la confrontación. A un lado mamacha Juana interviniendo con los demás, hasta que se tranquiliza después de mucho tiempo la situación. Porque el inspector sale gritando insultos al ver que no puede convencerlas en el adecuado servicio al público sobre los aparadores designados y no regando sus productos en el suelo. Y el inspector pronuncia con furia

- ¡indias miserables, no entienden!, ¡Son unas cochinas, no se dan cuenta de la salubridad, ¡indias todas son tercas!

Por fin se marcha aquel inspector al ver que no puede “corregir”, pero mamacha Juanita no está tranquila, su corazón se siente triste se acuerda de jacinto, su adorado hijo, esta Nostálgica. Pero sabe que él es feliz en donde esta y su madre comprende que si su hijo es feliz, entonces ella también lo será. Una amiga vivandera de al lado la entiende, es “llaki” lo que invade el corazón de su compañera y se acerca a ella, sonríe y le dice en quechua

“Tu hijo te quiere mamacha, aunque esté allá y no ahora con nosotros.”

Mama juanachita sale por un momento de su tristeza y sonríe al recordar aquella vez, cuando jacinto llegó a casa después de que ella recogiera los productos que vendía en el Mercado, en ese tiempo jacinto tenía 9 años, ella se sentía desfallecida estaba cansada después de tanto alboroto en el mercado de santa clara, recuerda que en ese momento jacinto llegó a la casa, y de manera inesperada la abrazo tan fuerte que ella quedó sorprendida y le pregunto ¡que paso hijito!?, Y jacinto contándole que había visto a una ángel, y que era muy linda aquella, “!mamita juanita he visto un ángel precioso, es del color de los cielos, del color de la nieve de razuhuillca!”, “¡de veras mamita, me vio y me sonrió!, ¡de veras mama juanachita llevaba un vestido blanco, seguro que Dios la dejó bajar a la tierra!, ¡…es tan linda, si la vieras!

En su memoria mamacha Juana, tenia claramente aquel día y recordaba que terminó explicándole a jacinto que no era un ángel, sino un ser humano como los demás, pero que ella es hija de hombres malos, que sus padres son Mistis y que el color de la piel la tiene marcada, porque ella ahora es parte de aquellos. Fueron varias preguntas de jacinto las que Juana trató de responder, si necesariamente todos son así, que no podía concebir a seres malos cuando se veían ser buenas como ella, hasta que al final hizo la pregunta y al recordarla Juana en su presente, le arranca una lagrima que humedece su mejilla, “¿mamita es posible casarse con un ángel?!”.





La angustia de Esteban

En 1917 hubo un movimiento acá en Ayacucho al nivel de la ciudad, el señorito Esteban pasó aquella situación como algo sorprendente. Hubo 3 muertos del barrio de Carmen Alto, y el mercado de abasto se cerró por huelga de las vivanderas. Toda la población notable se sintió estremecida por aquella situación y Esteban se miraba a ojos de Fabiana, que estaba a su lado, tan tenso. Estuvo al lado de los señoritos y caballeros defendiendo contra aquellos artesanos y mujeres muy vinculados a los indios, Esteban estaba junto a los señoritos notables defendiendo la plaza contra aquellos, un estremecimiento dentro de sí muy extraño, porque en los otros no había tanto de esto, sino la decisión para confrontar.


Los señoritos también llevaban algunas armas de fuego y otros planeando como se haría la contra - acción, pero esta multitud ya estaba frente a la puerta del municipio. Extraño grupo jóvenes decentes - notables, de tez blanca y también los de un color más oscuro, como el suyo, porque el color no hacia a la raza, pues era una elite diversa en su aspecto. Así Fabiana admiraba a Esteban, porque siempre estaba frente a su grupo de señoritos, para mantener el orden apoyando al municipio y a los señores, frente a la insubordinación de la población. Aquel día reconocieron a Esteban algunos de aquellos notables, un chico educado, apoyando para defender contra aquella masa de indios, pero extraño para ellos porque no lo habían visto nunca en el vecindario, pero lo reconocieron pues llevaba un trato muy afable y cortes con los demás, es decir todo un caballero de la época.


En esa situación conoció a Ricardo, quien se volvería uno de aquellos buenos amigos que tendría, había departe de éste un trato muy amigable con Esteban, quien seria el confidente, y también uno de los más impulsivos contra aquellos indígenas, que en ese momento se trataban de controlar, Ricardo era de tez cobriza pero siempre se cuidaba en no quemarse mucho bajo el sol, en la trifulca contra la insubordinación de la población él era el más impulsivo manifestaba su rechazo e indignación, llevaba dentro de si un odio indescriptible contra todo aquello que tuviera que ver con lo indígena, inclusive señalaba que no era posible llevar a cabo un progreso si no se iluminaba a esa mancha que retrasa la civilización.



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- Yo no debo…
Se oye en el silencio esta frase, es el lamento de Esteban, y otra vez tratando de dominar sus sensaciones y sentimientos. No puede escapar y lo sabe, pero empieza a crearse el rencor contra sí mismo.

- yo no debo, porque no soy…

Murmura nuevamente en su silencio, levantando la mirada en la oscuridad, solo en algún lugar del campo, al lado algunos molles propios del lugar, él esta al oeste de la ciudad, en donde hay puros matorrales, y aquellas pencas y tunales que llenan todo el paisaje del campo. Lagrimas recorren su rostro, agarra con sus manos la tierra y su saco de vestir a un lado, junto con aquel sombrero tan elegante sobre el matorral y teniendo aún puesto el chaleco que aprieta fuerte, pero la tierra se le va por entre los dedos. Escribe frases contradictorias sobre unos papeles

En mis noches conmigo
Me doy cuenta que no soy
Que te tengo, pero no serás
Pues no la puedes tener
Cuando tampoco no soy…en mi ser.

Deja los papeles sobre el suelo, y se pone a pensar en sí, que debe alejarse de vos, pues nunca será, que aunque ella lo ame… sabe que esta prohibido. “El verte en las tardes no es bueno Fabiana, tu rostro, cabellos y labios me enamoran cada vez más. Pero no debo veros pues dañan aun más el corazón, pues sé la verdad, de que nunca seré. ¿por qué vivo en un mundo así?, en donde el sueño no puede decir que si”. Piensa que amar no es suficiente, pues no podrá rendir a lo que en verdad es ella, que esta muy mal pensar solo en sí, cuando ella también tiene su vida.


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- ¡Casémonos!

Y él mira anonadado, pero es cierto salió de los labios de ella. El vuelve en sí y responde con voz débil

- No quiero haceros daño, mi vida no es para vos

- ¡¿Por qué dices eso?!!!

Luego de unos momentos de silencio, Esteban apretando los puños responde

- ¡No soy yo!

- ¡Que dices!?
Esteban mira desafiante, pero en sus ojos ahora rojos se mezcla el amor y el odio.
- ¡yo, no soy !!

Se levanta y se marcha sin que aun Fabiana salga de su asombro, cuando ella se incorpora, ya no esta él, y en su cabeza resuena la respuesta de Esteban“¡No soy yo!”



Tú... de color de la Miel.-

En un inicio pensó que el padre lo había aceptado, pero solo se enteraría de la verdad en el mismo momento de la humillación. Así fue, eran cinco años en que se frecuentaban Esteban y Fabiana entonces el rumor del pretendiente de Fabiana llegó al padre, el interés de los padres fue conocer a aquel chico, los comentarios porque había un caballero decente, interesado en ser el pretendiente alegró a la madre y al padre de ella, por fin la familia tendría continuidad con un apellido que corresponda a la damita de la casa de los MONTES, y aún más, sin que supiera Fabiana, intentando hacer una sorpresa para lo que ya todos conocían. La propia Madre de Fabiana al encontrarse con Esteban le comunicó lo decidido, quien estaba muy sorprendido por lo que le anunciaban, pues la familia lo acogía sobremanera.

Manuel MONTES sentía que era algo bueno para la familia, pero aquella tarde sucedió lo inesperado, cuando uno de sus sirvientes se acercó con temor ante el patrón, pareciera como que si con ello consiguiese la preferencia del amo Manuel, una noticia que hizo estremecer todo su ser, y en vez de dar una recompensa empezó a maldecir a todos lados, empezando por el mismo que le dio la noticia. Tanto era lo iracundo de su ser, que en el momento en que quedó solo planeo lo que haría, y unas frases de maldición.

_ ¡Indios cada vez se confunden más!! ¡Pero yo pondré todo en su sitio!

El día designado para la presentación formal ante el padre, y para fijar la unión de Fabiana y Esteban fue decidido por Don Manuel, sería en La casa hacienda, que invitarían al pretendiente para hacer la referida ceremonia en el lugar más acogedor y también de aire libre, alejado de los sin rumores del vecindario de notables.

Esteban llegó a la casa hacienda ubicada a unos cuantos kilómetros de la ciudad, fue acompañado por uno de estos indios sirvientes, propios de las casas en aquellas épocas, paso por el corredor y entró a una gran sala, en ella había retratos de personajes notables de la ciudad y héroes de la nación, además de gobernantes de la patria. Estaban reunidos en esta sala invitados algunos muy apegados al señor Manuel, pero además los amigos que había hecho aquel día en la reacción de parte de los señoritos contra aquellos indígenas que se iban contra el orden del vecindario. Al grupo de ellos algunas señoritas que destacaban por su belleza y sus adecuadas posturas en la sala que las hacia distinguir más.

Y el padre de Fabiana aparece de una de las puertas con su hija bajo el brazo, y todos centran la atención en aquellos, se sientan en uno de los lugares más visibles y el padre empieza a señalar su gusto por los invitados, entonces empieza a hacer una larga discursiva sobre la pulcritud del matrimonio, finalmente concluye.

- Señores vengo a presentar a mi hija para que sea tomada para esposa de un señor notable, doy al que este interesado en tomar su mano acá presente ¿¡hay alguien!?

Esteban se separa del grupo se acerca educadamente, levanta ligeramente la mano y con voz acompasada contesta
- ¡Yo señor¡

Manuel se dirige hacia Esteban y delante de todos los presentes levanta la mano derecha y abofetea a Esteban con fuerza, todos quedan atónitos, por lo que sucede, por fin el padre de Fabiana habla :

- ¡Vienes a ensuciar mi casa miserable, intentas salir de lo que eres ¡

La admiración de todos los presentes, pero Manuel continúa hablando frente a todos con más fuerza.

- ¡Señores este no es, sino un miserable que cree engañarnos!, ¡que cree que se puede cambiar la designación de Dios, ¡como si una vil lagartija soñara en tener el plumaje de las aves sagradas!.

Mientras Esteban empieza a entender a lo que se refiere y su rostro empieza a sonrojarse, y mira a ella, que estaba tan cerca pero al mismo tiempo mas allá de un sueño. Y Don Manuel continua desgarrando con esas palabras al pobre Esteban
- ¡Acaso pensabas engañarnos inmundo!, ¡No llevas en la sangre lo que nosotros en verdad somos!

Aquel grupo de señoritos le dan la espalda, al verlo entienden que no es como ellos, sino más bien alguien que solamente ha tenido algo de educación, pero no son de la esencia de los notables, que la raza propia de indios esta en aquel ser y nunca dejará de ser. Y hay algunos que ríen y miran con indiferencia y repugnancia al mismo Esteban, que ya no cuenta con aquellos amigos señoritos, vergüenza y resentimiento es lo que se interna en él. Pero a ella, Fabiana o florita como la llamaban de niña, por ella aún siente que su corazón se remueve, y es cogido por tres individuos que son sirvientes de la casa hacienda y es llevado a maltratos fuera de la sala, pero él no hace resistencia, solo piensa que nunca debió no ser, la mira a lo lejos pero aún no puede dominar su deseo y lagrimas empiezan a brotar de sus mejillas.

Es arrastrado pasando por el lado de Ricardo, y tratando de fijarse en la mirada de aquel, pero éste ni siquiera se lo dirige. “Es que ahora ya no somos los mismos” piensa. Mientras ella en su asombro empieza a comprender el porque de sus lamentaciones cuando estaban solos, en aquel no ser de Esteban. Ricardo, lo desconoció porque no era igual, eso lo sintió Esteban, cuando aquel que lo estimaba y que era uno de los mejores amigos que creía tener, pero ahora por su condición descubierta, ahora sabe que nunca lo fue, el solo hecho de enterarse de los orígenes de Esteban hace cambiar el sentido, ahora no siente por él, lo que antes sí, porque ya no es lo mismo con ellos, ahora esta muy lejos, pero el siente la humillación de no poder ingresar, por ser descubierto y ahora ser alejado de ella.

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- ¡Papa, has que lo dejen!-

Implora Fabiana pero Esteban continua siendo golpeado.

- ¡MISERABLE INDIO!, ¡QUE HACIAS ¡? ¡TRATANDO DE ENGAÑAR A TODOS! ¡¿NO?!- Grita el padre con furor.

Y el látigo suena otra vez rompiendo el viento y estrellándose en la carne de Esteban. Las marcas en su cuerpo son claras, el odio enrostrado en el sonrojamiento del padre, y el amante en el suelo sangrando, mientras todo el traje decente se encuentran deshilachado por los latigazos. En la hacienda del padre, fue reconocido por sus colonos, era jacinto. Aquel que vivió en la ciudad y estuvo en el mercado con su madre, una vivandera. La que tanto la quería, que no permitió que hicieran más de lo necesario, no servir al patrón, huir de él, siendo libre en la ciudad

- ¡Déjalo ya!

El padre se acerca después que aquellos lo han golpeado, si porque el señor Manuel no se ensucia las manos con sangre de indios, es suficiente mandarlo a que lo apaleen otros de su misma condición y Esteban exhausto aún en el suelo, y el Sr Manuel con el bastón golpea el cuerpo de aquel.

- ¡Ahora levántate indio! ¡levántese!

Dos de sus sirvientes lo levantan y le echan un baldazo de agua fría, Esteban con el traje que era tan elegante, y ahora todo destrozado, pero habla con voz débil, es un reclamo de que se esta procediendo mal, en que hay una justicia que los propios hombres reconocen.

- Esto está penado señor, la justicia y la ley la prohíben.

Y Manuel echa una carcajada que no puede detener

- Jajajajajaa ¡¿me hablas de ley y Justicia?!! Jajajaja ¡justicia no hay para indios!!!

Un nuevo bastonazo le es dado en el rostro y el Misti Manuel comenta.

- Justicia no hay para indios!

Otro bastonazo le es dado.
- Justicia es solo para los Señores decentes y notables, ¡No para asquerosos Indios como tu!.
- No soy Indio señor
- ¡si lo eres! ¡Que tal majadería, ahora quieren que se les llamen mestizos! ¡Bah!



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Muy lastimado en el suelo, y sólo ella que sostiene su cabeza sobre sus rodillas, los mechones humedecidos por la sangre, el sudor y el viento de aquella tarde en el campo que remueven sus cabellos hirsutos, así recostado en el suelo aquel solloza al verla. Ella no entiende como su padre, un ser tan noble, se transforme en un ser desconocido y sin piedad. Aquel padre a quien vio una sensibilidad que se acongojaba ante una rosa y unos pájaros a quienes quería, sin embargo ante otro ser humano no había piedad.
- ¡no entiendo¡, ¡¿como mi padre puede tratarte así?!

Esteban la mira y responde
- Es el racismo de nuestra sociedad, no queremos reconocer lo que sucede a nuestro alrededor, que aquellos indios son tan iguales al señor. Estoy seguro que si hubiera una guerra entre nosotros acá en Ayacucho, no serían reconocidos estos muertos por el hecho de no ser iguales ¡no hay Justicia Fabiana!, ¡todo es impunidad!

Con lágrimas Esteban, y no atreviéndose a levantar la mirada para verla, tratando de evitar el adorarla, pues dolerá más. Y le dice

- ¡Este soy yo Fabiana!

Un sabor que no puede pasar por la garganta, tan amargo, que duele en el alma.
- ¡Soy Jacinto!- mira su piel y de sus labios salen frases

Mi piel color de la tierra
No merece acercarse a la de vos
La tuya color de luz
Color que deslumbra a la tierra
Tierra tan vil, que soy yo.


Y ella le limpia con un pañuelo, mientras responde

- ¡Mentiras!
Tu eres lindo, como el caoba
Tú de color de miel.

- ¡Alejate de aquel!!-

Grita el padre al darse cuenta, aleja a la hija llevándola del brazo y los sirvientes arrastraran a Esteban. Mientras ella sin poder hacer nada, solo la impotencia. En el camino de brazos de su padre observa el rostro de aquel que lo lleva, sin embargo no es el mismo de quien tanto quiso, se desfigura por algo que parece tan espantoso no reconocible en aquel que tanto quiere, pero ella sólo murmura al ser llevada “papa… papá ya no eres tu”. Ella yace llorando y jacinto casi inconsciente al ser arrastrado.



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Despierta sobre las pieles de unos carneros, en una chocita humilde de adobe y al abrir los ojos solo nota el mechero que deslumbra aquel aposento. Al rincón, se ve una olla de barro que hierve en la leña y también a una señora separando los pocos productos del campo a un lado de la cocina.

Al darse cuenta su corazón se llena de nostalgia, se acuerda de ella, mamacha Juana quien se encargó de él cuando era pequeño, a quien ella educó a pesar de la trágica economía que llevaban, a la ayuda de aquellas escuelas que hacían funcionar el municipio local provincial, y con la ayuda de una sociedad de obreros católicos, para los hijos de artesanos pobres. Allí fue como se educó Jacinto y a los 10 años viajó a Lima, junto a parientes en aquella travesía de montar, caminar rutas ásperas de Ayacucho, así fue conocido en sus travesías con los llamados arrieros Huamanguinos.

Mama Juanachita con sus trenzas, su sombrero y sus vestidos de centro, con marcas de bordados multicolores, a los ojos de Esteban tan hermosa que se veía ella, mama Juana. Entiende que hay alguien que siempre verá por él, que se preocupa y que lo ama, tanto que lo dejó ir para buscar un ángel del cielo.


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El 3 de diciembre de 1922 sucedió otro movimiento social de protesta contra las políticas Municipales se incrementaron los arbitrios (es decir impuestos), esto fue una decisión del municipio, siendo alcalde el señor Artemio Añaños y teniendo el reconocimiento del estado central, estando en ese entonces en el poder Augusto B Leguia.

Las mujeres del mercado de abastos de Santa Clara detuvieron sus actividades, la gente de los diversos barrios se concentraron en el barrio de Carmen Alto para marchar a la plaza de armas, allí estaría Esteban junto a toda una multitud. Esta vez estaba en el bloque opuesto, confrontándose a aquellos señoritos, mama Juana estaba allí junto con todas sus amigas que llevaban las indumentarias habituales, armadas de palos y otros objetos.


El Marfil y la Piedra.-


Aquel día estuve con mama Juana, la encontré ella tan linda en su humildad, había esa necesidad de encontrarme a mí, y me preguntaba ¿Quién soy yo? ¿Esteban como me llamaba ella? O ¿Jacinto como me dice mama Juana?, Yo la quiero a Fabiana, pero no voy a dejar lo que soy, porque si ella me conoce como Esteban, yo entiendo ahora que tengo de los dos.

¿Cómo pudisteis olvidarte de mama Juana? De ella que tanto os ha cuidado, educado y querido. Hoy vuelvo a ser el jacintito de mamacha juanita. Estaré con ella en sus problemas, en sus indignaciones frente a aquellos señores, que abusan y quieren sacar más de gente humilde. Por eso hoy estoy marchando, junto a todos los demás alrededor, he dejado el traje de señorito y ahora camino, así como antes, junto a amigos con quienes vuelvo a reconciliar.

Aun reunidos, concentrándonos y luego nos dirigimos al parque desde carmen alto, pasamos al lado de la Alameda Bolognesi (que esta ubicada al final de la calle 28 de julio) En este momento estoy viendo en dirección a la alameda, esa que sirve como recreo de los notables huamanguinos, y allí esta también la casa del Misti Manuel, en la puerta veo a Fabiana que esta al lado de su padre, que se le ve muy rabioso e indignado “por ese populacho que denigra la civilización y el progreso” que él cree entender. Pero no es así, hay otro progreso en que se es más igualitario y no de unos pocos.

Ella me ha visto y se acerca corriendo hacia la turba pero su padre lo detiene por el brazo, mi corazón se siente triste, jamás será lo de nosotros, jamás en esta sociedad, siempre pasa eso alguien ama mucho y otro no, o sino también alguien detrás no permite que sea el final. La miro llorar, pero su padre no permite que se acerque, cae como rendida a los pies de su padre, aquel la levanta de los brazos y entran en la casa. No la volveré a ver. Caminamos en dirección a la plaza por el jirón 28 de julio, llegando hasta el cuartel Santa Catalina que esta establecida al lado del convento de San Francisco. Un numeroso grupo de gendarmes se establecen para impedir el paso, unos disparos al aire, parecen ser hechos por alguien de la turba y despierta la confusión.

¡Escucho disparos!, ¡Son ellos, los gendarmes disparan contra nosotros!. Todos corren se dispersan, Gritos y aquellos siguen disparando contra la población. Caigo al suelo, por un punzón que siento, pero luego parece desvanecerse hasta no sentirlo, no puedo moverme, siento que las fuerzas se me van, se me nubla la visión, alguien se acerca, estoy así muy mal. En parte estoy volviendo a recobrar la visión, no se que me pasa, veo a mamacha juanita, a mi lado gritando. Sí, gritando con fuerza que se detengan, y después pidiendo ayuda, termina recostando mi cabeza en sus vestidos y manchándose en mi sangre, mucha sangre, pero ella linda, muy linda no le importa ensuciarse. Ella grita creo que es mi nombre ¡jacinto, jacintito!, pero yo ya no oigo muy bien, en mi debilidad aun logro pronunciar por mis labios, para que se sienta tranquila.

-¡No llores mamá… todo estará bien

Y ella me abraza, escucho sus lamentos, ella entiende que la dejaba por aquella mujer, muy malo yo. Por aquella señorita a quien yo amo, ya no siento nada de mi cuerpo, ni de mí. Mama juanachita me dejó abrazar la esperanza de querer a esa damita, mamacha sabía lo que sentía. Por eso no se opuso, y ahora le suspiro unas palabras y con ellas se desvanece mi vida

- no llores… que la herida ya no duele.
- no llores mamacha…

Unos son de piedra pero otros de marfil, de esta última son aquellas almas que sienten pero que ocultas llevan un amor, de una hermosura que destella sobre aquellos corazones malvados y sobre la piedra que se cree marfil, sobre los que ríen porque no saben lo que en verdad es querer, pues del color de la miel son aquellos que aman en silencio, en que lo principal siempre será el bienestar de esa persona especial.


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Epilogo

En Ayacucho en el periódico local “La Hormiga, órgano del circulo de obreros católicos”, que salió el 17 de diciembre de 1922, hacia referencia a lo sucedido los días 3 y 4 de diciembre, que por unos disparos salidos de entre la multitud, cuando estaban a la altura del cuartel Santa Catalina, llevó a desatar la tragedia, se señalaba que fueron “6 000 almas, entre los cuales se encontraban hombres, mujeres y niños”, entonces empezaran los disparos contra la población de parte de los gendarmes. Como resultado dieron 6 muertos y 22 heridos internados en el hospital San Juan de Dios en Ayacucho, varios concejales de la municipalidad manifestaron la renuncia por lo sucedido.

Estos son datos verosímiles, y también muestran subjetividades de conflictos en la formación individual y social de nuestra sociedad.


Espero que les halla gustado la trama. Y a ver si me escriben, que opinan.

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